jueves, 11 de agosto de 2011

El 29 de enero...

... de este año fue la última vez que visité al Gordo. Anduvimos con mi novia dando vueltas por adentro de la Chacarita, ya muy cerca de las 6 de la tarde (horario de cierre del cementerio) sin encontrar su tumba. Tenía noción de dónde estaba, pero muy vaga, apenas recuerdos de aquella vez de hace 4 años cuando le dieron una parcela nueva y hubo un acto por los 10 años de su muerte.
Casi resignado a tener que partir sin encontrarlo, paré el auto en una esquina, ya enfilando hacia la salida. No quería hacer semejante viaje para nada. Y allí, justo al lado nuestro, estaba. Un pasillo de piedras angosto, que comienza en la vereda y se extiende hasta la lápida, me ayudaron a reconocerla. Nos bajamos y simplemente nos sentamos a su lado: sentía que debía estar ahí. Loli me la hizo fácil y no me dijo nada, dejándome en ese momento muy mío. Me reí porque una fila india de hormigas iba y venía, de dentro afuera y viceversa, desde la tumba hasta un árbol cercano. Y me reí porque el Gordo hubiese roto en una carcajada de haber estado allí, de haber visto cómo se formó un hormiguero en su propia tumba.
Al ratito nos levantamos y nos fuimos. Y yo confirmé, en ese momento, que este sería el año en que debía escribir sobre él.

viernes, 22 de julio de 2011

Gracias...

...a unabirome (blog que se puede visitar siguiendo el link) por el artículo sobre este espacio. Además de hablar (escribir) sobre literatura y otras yerbas, la prosa de los artículos es deliciosa. No por nada el autor escribió una nouvelle y un libro de cuentos, muy elogiados por casi todos los que se sumergieron en sus páginas (entre los cuales mi nombre aparece en los primeros lugares). Transitó por la redacción de Clarín y actualmente escribe en diversos medios como freelance. Y, para mi mayor orgullo, es mi hermano. Simplemente gracias.

martes, 12 de julio de 2011

El cigarrillo

No sé cuándo habrá empezado a fumar el Gordo. Andrés Bufali, en Con Soriano por la ruta de Chandler, dice que prendía uno cada 10 minutos. El mismo Osvaldo reconoció que, como su colega y amigo Juan Carlos Onetti, no podía hablar en público sin uno entre sus labios. Jorge Lanata contó que fue testigo de un intento fallido de abandonar el vicio por parte del Gordo. El diálogo fue así:
-Volví a fumar.
-¿Por?
-Anteayer casi le doy una piña al dentista. Y hoy, cuando salía, le pegué una patada a un chico en la calle.
A los 54 años esa adicción lo llevó a la tumba, con una novela inconclusa (de la peor manera, porque es de esas que ya jamás podrán ser terminadas) y la mitad de la vida por delante. Sus personajes fuman (casi todos) y lo seguirán haciendo, siempre que habramos algún libro suyo y en cualquier página ojeada al azar lo veamos a él, en un habitación con poca luz y mucho humo, construyéndolos para nuestro deleite.

sábado, 2 de julio de 2011

Sobre la escritura

"Cada vez que uno repasa algo ya publicado se tropieza con la dificultad de reconocer que alguna vez fue mejor, o bien de que nunca fue lo suficientemente bueno como para que valga la pena seguir adelante. (...) Porque de eso se trataba al principio, de los escritores que alguna vez nos hemos quedado mirando por la ventana esperando a que Dios provea. En mi caso son siempre los gatos quienes me traen las buenas noticias. Es una constante y una certeza en mi vida y algún día escribiré sobre ellos"

De Escritores en apuros, publicado en Rebeldes, soñadores y fugitivos.

viernes, 1 de julio de 2011

Triste, solitario y final...

... es su primera novela. Publicada en 1973, revolucionó la literatura argentina por el desparpajo de su prosa y la construcción de esos entrañables personajes tan venerados por el Gordo: Stan Laurel, Oliver Hardy y Raymond Chandler. La compré en una librería de viejo (Viceversa, que aún está allí) sobre la Avenida San Martín, en Varela, donde nunca dejaba de sonar música de Joaquín Sabina y, a veces, se encontraba algún libro que valiera la pena. La pagué 7 pesos. Creo que nunca, nadie, cambió tan radicalmente su vida por un monto parecido.
Después de leerla, fui otra persona. 

jueves, 30 de junio de 2011

Sobre el periodismo

"(...) el mundo a las ocho de la mañana tiene una luz matadora, por la cual uno puede ir preso tranquilamente. Esa hora a mí me da miedo desde esa época: hay tanta gente que no sé qué carajo hace, todos esperan el colectivo, cruzan la calle... Sobre la base de esos temores, creo, me convertí en periodista"

Todo comienzo...

... es un poco traumático. Supongo que es la incertidumbre de no saber cuál será la repercusión que tendrá ese algo que empieza. Este es un blog dedicado al mejor narrador de la literatura argentina: Osvaldo Soriano. Y el motivo no es inocente: este es el comienzo, también, de su biografía. Ojalá aquellos que lo quieran tanto como yo quieran compartir sus experiencias con él. El que lo haya conocido, tendrá las suyas; el que no también. Porque los que no pudimos verlo vivo lo vemos vernos mientras nos reimos solos como locos leyendo lo que nos dejó, ese legado tan hermoso como ineludible...