viernes, 1 de julio de 2011

Triste, solitario y final...

... es su primera novela. Publicada en 1973, revolucionó la literatura argentina por el desparpajo de su prosa y la construcción de esos entrañables personajes tan venerados por el Gordo: Stan Laurel, Oliver Hardy y Raymond Chandler. La compré en una librería de viejo (Viceversa, que aún está allí) sobre la Avenida San Martín, en Varela, donde nunca dejaba de sonar música de Joaquín Sabina y, a veces, se encontraba algún libro que valiera la pena. La pagué 7 pesos. Creo que nunca, nadie, cambió tan radicalmente su vida por un monto parecido.
Después de leerla, fui otra persona. 

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